EL OCASO DEL PODER CENTRALIZADO

Para que la iglesia pueda crecer y expandirse en los próximos años deberá cambiar el concepto de poder y autoridad.


“Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; 26 mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. 27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve”

Lucas 22:25/27

Jesús nos enseña el verdadero ejercicio de autoridad. Deja más que claro que no se trata de dominación o concentración, sino que su rasgo predominante tiene que ser el servicio y el sacrificio. 
La palabra “enseñorear” que refiere el texto proviene del original “katakurieuo”, significa ejercer o conseguir dominio sobre, enseñorearse. Se aplica al dominio de los demonios sobre los hombres (Lucas 8:29). También las sagradas escrituras destacan el uso incorrecto de autoridad de los ancianos al enseñorearse de los santos que están bajo su cuidado (1º Pedro 5:3)

Simplicidad y descentralización.

En todos los ámbitos, inclusive la iglesia, el poder concentrado resulta cada vez más débil, más transitorio, más limitado. Hay fenómenos que lo debilitan, entre ellos la demasiada información a través de Internet, el contacto con otras personas cercanas y distantes, la movilidad sin inconvenientes de un lugar a otro, etc.
Los grandes cambios en los paradigmas de la gente, sus expectativas y aspiraciones también ayudan al respecto. 
Otro vector, que no es menor y también involucra a la comunidad cristiana, es la fragmentación del poder monolítico debido a la formación de múltiples “micro poderes”, en nuestro contexto se trata de ese conjunto de discípulos y familias que anhelan sacarse el chaleco de fuerza de la tradición y las liturgias que, de paso, hasta hoy no aportaron nada trascendente.  Son los discípulos con ansias de renovación que obviamente buscan el bien de la hermandad.

La influencia de estos “micro poderes” reside en su capacidad de contrarrestar y limitar el margen de maniobra de los que ejercen un protagonismo exagerado y tienen la ventaja que al ser más pequeños y menos concentrados son más ágiles. 

En realidad, todos tienen de una manera u otra la capacidad suficiente para impedir decisiones caprichosas de los demás por lo cual es difícil imponer una determinada línea de manera unilateral.
 
Las nuevas características del poder y ejercicio de autoridad en la comunidad cristiana quedarán supeditadas a las transformaciones que el Espíritu Santo haga en ella y, fundamentalmente, a aquellas que sus dirigentes estén dispuestos a aceptar. 
Cada vez más las minorías dirigen aunque no se reconozca abiertamente y uno de los síntomas más evidentes y problemáticos de la decadencia del poder es la capacidad de veto por parte de estas minorías. Y esta tendencia irá en aumento si no hay apertura.
Urge cambiar nuestra forma de pensar, de entender el nuevo pacto, de vivir el evangelio y ser iglesia para poder enfrentar la oleada de innovaciones que ya empezó. El proceso no será fácil ni rápido, pero será inevitable”

“Micro-comunidades” e iglesias en las casas como clave de expansión para un nuevo tiempo.

La masificación o conglomeración de los creyentes produce inevitablemente un poder concentrado, monopólico y monolítico, aquello que las personas resisten cada vez más. 
La renovación del Espíritu Santo trajo aparejada sin lugar a dudas una nueva comprensión de autoridad y ser iglesia. Aquellos que anhelamos el progreso de la obra del Señor y el establecimiento de su reino necesitamos comprender estas cosas.
Una comunidad que vive en sencillez, compuesta por servidores, reunida en grupos cuyo tamaño pueda ser atendido sin inconvenientes ni grandes gastos será la respuesta para un mundo que responde cada vez menos al concepto tradicional de iglesia. Para que esto llegue a ser una realidad se requerirá practicidad, sencillez y humildad y, sobretodo, funcionar como “micro-comunidades” establecidas en cada barrio, localidad y nación.

El Periscopio

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