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ADICTOS AL SERMÓN 3° Parte

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El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) hizo una modificación a la retórica al agregar el mensaje de tres puntos. “Un todo,” dijo Aristóteles, “necesita un principio, un centro, y un fin.” Con el tiempo, los oradores griegos implementaron el principio de los tres puntos de Aristóteles en sus discursos. Los griegos se intoxicaron de la retórica. Así pues, los sofistas pasaron bien. Cuando Roma conquistó a los griegos, los romanos fueron hechizados respecto a la retórica. Por consiguiente, la cultura Grecorromana desarrolló una codicia insaciable para escuchar a alguien dar un discurso elocuente. Era tan de moda que, después de la cena, se entretenía a las personas con un filósofo profesional que de un sermón. Los griegos y romanos antiguos vieron la retórica como uno de las mayor formas del arte. Por consiguiente, los oradores del Imperio Romano fueron honrados con la misma posición encantadora que los americanos asignan a las estrellas del cine y a los atleta

HOMBRES DE TARIMA Oscar Gómez

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“ Deje que el público  le haga   creer  a un hombre  que es extraordinario , y pronto se  verá  a sí mismo como alguien que está por encima de la censura”                                                                                                                   A.W.Tozer El modelo de reunión actual que exalta la persona ha dado a luz lo que denomino “hombres de tarima”. En los últimos tiempos hay un amplio sector de la iglesia que está cada vez más fascinada con sus líderes. Se define como celebridad "alguien que es públicamente celebrado, conocido, reconocido y tratado como especial o único". Este fenómeno está presente en la comunidad eclesial cuando unos pocos se convierten en el punto focal o el “ombligo” de la congregación. La falsa ilusión de “celebridad” cristalizada en la puesta en escena de los hombres de tarima se convirtió en el mito dominante de nuestros tiempos afectando profundamente a la Iglesia. Este asombro extraño hacia cier

EL OCASO DEL PODER CENTRALIZADO

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Para que la iglesia pueda crecer y expandirse en los próximos años deberá cambiar el concepto de poder y autoridad. “Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;  26 mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. 27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” Lucas 22:25/27 Jesús nos enseña el verdadero ejercicio de autoridad. Deja más que claro que no se trata de dominación o concentración, sino que su rasgo predominante tiene que ser el servicio y el sacrificio.  La palabra “enseñorear” que refiere el texto proviene del original “katakurieuo”, significa ejercer o conseguir dominio sobre, enseñorearse. Se aplica al dominio de los demonios sobre los hombres (Lucas 8:29). También las sagradas escrituras destacan el uso incor

PERDIDO EN LA MONTAÑA

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Joaquín relata su asombrosa experiencia. Una agradable mañana de primavera, vísperas de fin de semana, con un grupo de unos diez jóvenes de la iglesia del Tabernáculo de Monterrey emprendimos unas vacaciones hacia las bellas montañas mexicanas. En ese momento ocupaba el cargo de pastor de jóvenes de la congregación y, como tal, presidía el contingente. Más aún, siendo músico e integrante del equipo de alabanza llevé un preciado tesoro: mi guitarra . Estando ya en ese sitio maravilloso, de los que quedan grabados para siempre en la retina, salimos de excursión. Ese primer día, ya caída la tarde, en medio de la caminata por uno de los senderos montañosos, se desató una terrible tormenta, a tal punto que su violencia desgajaba los árboles. La cortina de agua no permitía ni siquiera vernos unos a otros. Cada uno buscó estar a resguardo. Me metí en un hueco de la montaña pensando que mis compañeros también habían entrado en ese lugar, pero al caminar y llamarl

UN NUEVO TIPO DE LÍDER A.W. Tozer

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Si el cristianismo va a recibir un rejuvenecimiento, esto tiene que suceder por alguna manera diferente de las que se está utilizando ahora. Si la Iglesia, en la segunda mitad de este siglo va a recuperar de las heridas que ella ha sufrido durante la primera mitad, se requiere un nuevo tipo de predicador. El tipo “jefe de sinagoga” nunca va a funcionar. Ni el tipo sacerdotal que desempeña sus funciones, toma su pago, sin preguntas, ni el tipo pastoral de “boca de oro” que sabe como hacer que el evangelio sea sabroso y aceptable a todos. Todos estos tipos han  sido probados y no dieron en el blanco.  Otro tipo de líder religioso necesita surgir entre nosotros. Él necesita ser el tipo de profeta antiguo, un hombre que ha tenido visiones de Dios y ha escuchado una voz del trono. Cuando él venga (y oro ¡oh! Dios que no haya solamente uno, sino muchos), él se parará en plena contradicción de todo que nuestra civilización considera preciosa. Él contradirá, denunciará y protestará en el

UNA IGLESIA SIN PÚLPITO ES IMPENSADA

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Los primeros sermones fueron entregados de la silla del obispo, o cátedra, la cual fue colocada detrás del altar. Más adelante, el ambón, un escritorio levantado por el lado del presbiterio (antealtar), del cual se leía las lecciones bíblicas, llegó a ser el lugar donde se entregaba los sermones. La mayoría fueron alcanzados por unas gradas. El ambón vino de la sinagoga judía. Sin embargo, sus raíces se hacen remontar hasta los escritorios y plataformas de la antigüedad Greco-romano. Juan Crisóstomo (347-406 d.C.) fue reconocido por predicar del ambón. Ya en el año 250 d.C., el ambón fue reemplazado por el púlpito. Cipriano (200-258) habla de colocar el líder  de la iglesia en una posición pública en el pulpitum. Nuestra palabra ‘púlpito’ se deriva de la palabra latina  pulpitum, la cual quiere decir ‘un escenario.’ El pulpitum, o púlpito, fue apoyado a una pared en el lugar más  elevado en la congregación. Con el tiempo, la frase ‘ascender a la plataforma’ (ad pulpit

DEMASIADO SENCILLOS PARA LA FORMALIDAD

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Una experiencia personal Junto con mi esposa y un matrimonio visitamos una familia que reside en una localidad cercana a Rosario. A ellos se le había hablado del Señor días atrás en la plaza del centro.  El dueño de casa nos recibió con mucha gentileza y nos invitó a entrar. Le expresamos que solamente queríamos saludarlo sin embargo nos convidaron con unos mates y algo dulce. También se encontraban sus hijos y otras personas con quienes entablamos una conversación fluida, amena y participativa. Una de las hijas nos hizo probar las comidas caseras que está aprendiendo a elaborar; el más chico mostraba sus revistas de automóviles, y así cada uno se expresaba con libertad, sencillez y humildad. ¡Fue un gusto estar con esta familia! De regreso mi esposa dijo una frase que me hizo pensar, “Estas personas son demasiadas sencillas para la formalidad”. Al pasar las horas nos  dimos cuenta del enorme significado de estas palabras. El evangelio de Cristo y su práctica es sencilla según